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Villaverde de Arriba
(Infantado del Torío, León, España)

RIOSEQUINO de TORÍO
 
 
Su nombre procede etimológicamente de RIVUS SICCUS, con sufijo en diminutivo. En realidad, el valle de Riosequino está casi siempre seco. Sin embargo, en invierno se incrementan sus aguas con las lluvias y con las nevadas, dando lugar a una corriente torrentera que suele inundar las vegas de San Feliz al afluir a la ribera.
Este largo valle, que tiene el mismo nombre que el pueblo, nace en las estribaciones del monte Pelosas, que tiene una altitud de 1.136 metros

Datos para su historia

Riosequino y su valle se han destacado a través de la historia medieval. La riqueza de sus tierras, la belleza de sus múltiples vallinas y tal vez el aislamiento y la soledad de sus contornos, han sido objeto de estimación por parte de la Abadía de San Isidoro y de varios reyes, según vamos a ver.
En el siglo XI estaba Riosequino vinculado al viejo monasterio de San Salvador del Nido, en León, como patrimonio de realengo, pero la reina doña Urraca, muy devota de San Isidoro, quiso hacer una gran donación a este monasterio parecida a la que había hecho Fernando I en 1063, cuando fueron trasladados los restos del santo hispalense desde Sevilla a León. Para ello ofreció al sagrado altar de San Isidoro todas las iglesias y posesiones que habían pertenecido, hasta 1117, a ese monasterio de San Salvador del Nido. Entre ellas se mencionan en Torío las siguientes: Milleras, Pedrún, Lagos, La Flecha, Fontanos, RIOSECO, Villaveza, Villaquilambre y Villarrodrigo. En el año 1122, la misma reina doña Urraca, según doc. nº 382, del ASIL, concede a los habitantes de Riosequino CARTA DE FUERO, especificando sus derechos y las rentas que habían de dar, cada año, a San Isidoro. Tal vez esté equivocada esta fecha de 1122, porque este documento está firmado por el obispo Arias, que gobernó la iglesia de León entre los años 1130 y 1135.
Hay otro documento, el nº 138 del ASIL, del año 1131, en el cual consta que el rey Alfonso VII y su hermana doña Sancha Raimúndez donan a los canónigos presentes y futuros de San Isidoro la VILLA DE RiOSECO, en el valle de Torío, con su iglesia, heredades, pastos, frutos, riachuelos, molinos, entradas, salidas, etc., conforme a los límites que se señalan a la villa, de la siguiente manera:
«Facimus cartam de Rioseco, per términos quibus in presenti ipsam hereditatem determinamus, videlicel: Per fondo del Val de Cellerolo et per Fresnedo et per Cima de Otero, de costa de patre. Deinde per illa Collada et per media lomba et vadit inter montem de Gallinas, et Val de la riba et venit a la salguera et vadit sub illa fonte de Trabanello et inter Val de ruvia et Val de Negredo, et exit ad illam carreram de la Lomba et revertitur ad fundum de Val de Cellerolo.»

Confirman el anterior documento los obispos de León, Astorga, Oviedo y Santiago; los nobles de la Corte leonesa; los condes y varios testigos, juntamente con el Concejo leonés. Todos se interesan por obsequiar a San Isidoro con uno de los mejores regalos que se le podían hacer en la ribera del Torío.
Cosido al anterior documento hay un requerimiento, hecho en 1332, para que en virtud de tal privilegio no corten leña ni pasten con ganados en estos lugares de Riosequino los vecinos de otros pueblos.
En el doc. nº 685 del ASIL, del año 1449, se dice que el abad Simón hace sacar testimonio autorizado de los términos de Rioseco porque este lugar de Torío es de su pertenencia, y los vecinos, sus vasallos, solamente pueden ser juzgados por el juez puesto por el abad de San Isidoro.
En el catálogo de incunables y de libros raros de la biblioteca de San Isidoro, en el doc. nº 763, se puede ver que el provisor del Obispado de León manda a los curas de San Feliz y de Villasinta que excomulguen a los vecinos de sus parroquias, que hagan daño en los términos de Riosequino, ya que pertenecen a San Isidoro, según privilegio del Papa y de los reyes de León. Esto ocurre el año 1289, siendo rey Sancho IV.
Otra noticia sobre Riosequino se encuentra en la «Historia de la Real Colegiata», de Pérez Llamazares, pág. 77, donde se dice que en el año 1427, cuando el abad había perdido la autoridad para imponerse a sus vasallos en el Infantado de Torío, nombró encomendero a don Pedro Alvarez Osorio, confiándole la administración de los siguientes pueblos del Infantado: San Julián de Ruiforco, Pedrún, Villanueva de Manzaneda, Ruiforco, La Flecha, Fontanos, RIOSEQUINO, y otros que no pertenecían a esta ribera. Así consta en el doc. nº 641 del ASIL.
Por estas referencias documentales se ve que Riosequino, con sus posesiones, estuvo vinculado a la Abadía de San Isidoro desde el año 1117, hasta que fue nombrado comendero del Infantado de Torío don Pedro Alvarez Osorio, a cuya encomienda pasó, entre otros, RIOSEQUINO. Más tarde, los pueblos de esta Encomienda vuelven otra vez a depender del abad, en 1483, cuando se formó un señorío especial para el abad.
Según el Dic. de Madoz de 1850, Riosequino tenía 42 casas habitadas, con escuela de temporada e iglesia dedicada a Santa Marina.
Se dedicaban sus vecinos a la fabricación de hilo de lino y a la lencería. La linaza se cultivaba en toda la ribera del Torío.